OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

EL ARTISTA Y LA EPOCA

 

 

EL EXITO MUNDANO DE BELTRAN MASSES1

 

I

Ll�gan hasta esta ciudad sudamericana even�tuales ecos del �xito mundado del pintor catal�n Federico Beltr�n Mass�s. El p�blico de las revistas lime�as sabe, por esos ecos fragmenta�rios, que Beltr�n Mass�s ha triunfado en Par�s y en Nueva York. Que nuestro ilustre compatrio�ta Ventura Garc�a Calder�n es uno de los heraldos de su gloria. Y que Camille Mauclair ha saludado con una enf�tica aclamaci�n el adve�nimiento del nuevo genio. Poco le falta, por con�siguiente, al p�blico de las revistas lime�as pa�ra clasificar mentalmente a Beltr�n Mass�s en�tre los primeros pintores de Espa�a y del mundo y para atribuirle un puesto en la jerarqu�a de Vel�squez y de Goya o, al menos, de Zuloaga.

Beltr�n Mass�s resulta en todo caso �aunque no sea sino a trav�s de algunos art�culos y de algunos fotograbados� un pintor conocido de nuestro p�blico. Y, adem�s, un pintor de cuya calidad se ha hecho fiador Ventura Garc�a Cal�der�n. No es inoportuno ni es in�til, por ende, enfocar la personalidad de Beltr�n Mass�s. Pues�to que hasta Lima arriba su fama, los que aqu� conocemos la obra de Beltr�n Mass�s podemos decir nuestra opini�n sobre su m�rito.

II

�D�nde y cu�ndo he conocido la pintura de Beltr�n Mass�s? En la Exposici�n Internacional de Venecia de 1920. Beltr�n Mass�s estuvo exu�berantemente representado en esa Exposici�n. La mostra individuale2 de Beltr�n Mass�s, en Ve�necia, fue, precisamente, el punto de partida d� su �xito internacional. Present� a un mundo cos�mopolita veintid�s cuadros del pintor mediterr�neo, que ocupaban enteramente la V Sala de la Exposici�n. Entre estos cuadros se contaban la Maja3 maldita y otras majas de decisiva influen�cia en la reputaci�n de Beltr�n Mass�s.

Visit� varias veces la Exposici�n. Me detuve siempre algunos minutos en la sala de Beltr�n Mass�s. No consegu� nunca que su arte me emo�cionara o me atrajera. Y cuando un cr�tico es�cribi� que Beltr�n Mass�s era un Guido da Ve�rona de la pintura, di toda mi adhesi�n espiri�tual a este juicio. Sent� concisa y n�tidamente formulada mi propia impresi�n sobre el arte del pintor de estas majas invertebradas y literarias.

La Exposici�n reun�a en Venecia a un egregio conjunto de obras de arte moderno. Cuadros de Paul Cezanne, Ferdinand Hodler, Vicent Van Gogh, Paul Signac, Henri Matisse, Albert Mar�quet, Antonio Mancini, etc.; esculturas de Ale�xandre Archipenko. En esta compa��a un Bel�tr�n Mass�s no pod�a destacarse.

III

En verdad el caso Beltr�n Mass�s y el caso Gui�do da Verona se parecen extraordinariamente. Son dos casos parejos, dos casos paralelos. Guido da Verona es el Beltr�n Mass�s de la literatura. Como a Beltr�n Mass�s, a Guido da Verona no es posible negarle algunas facultades de artista. (Giovanni Papini y Ferdinando Paolieri, literatos de severo gusto y de honrado dictamen, en su Antolog�a de modernos poetas italianos, han acor�dado un peque�o puesto a Guido da Verona). Pero el arte de Guido da Verona es de una cali�dad equ�voca, de un valor feble y de un rango menos que terciario. Lo mismo que el arte de Beltr�n Mass�s. Ambos, el literato italiano y el pintor espa�ol, representan la lib�dine perversa de la post-guerra. El deliquio sensual de una bur�gues�a de nuevos ricos. La lujuria l�nguida y morbosa de una �poca de decadencia.

Todo el �xito de Beltr�n Mass�s proviene de que Beltran Mass�s ha hecho en la pintura las Mismas cosas que Guido da Verona en la lite�ratura.

IV

No se piense siquiera que en Beltr�n Mass�s se condensa o se expresa toda una �poca de de�cadencia. No. El arte de Beltr�n Mass�s es s�lo un episodio de la decadencia. Es una an�cdota trivial de la decadencia de la decadencia. La pin�tura contempor�nea se anarquiza en una serie de estilos bizarros y de escuelas precarias. M�s, cada uno de estos estilos, cada una de estas escuelas constituye una b�squeda noble, una recherche4 inteligente. Los pintores de vanguardia, extra�a�mente pose�dos por el af�n de descubrir una ver�dad nueva, recorren austeramente penosos y mi�serables caminos. Eliminan de su arte todos los elementos sospechosos de afinidad con el gusto banal de una burgues�a ping�e y rastacuera. En cambio, Beltr�n Mass�s conforma sus cuadros y su est�tica a este gusto mediocre. Esta es la ra�z�n de su �xito. Exito que ya he llamado �xito mundano. Y que no es nada m�s que eso. Exito de sal�n. Exito de boulevard.5

Las majas de Beltr�n Mass�s son unas l�ngui�das y delicuescentes flores del mal. No se des�cubre nada hondo, nada tr�gico, nada humano en estas majas con carne y �nima de cocottes. Nada hay de com�n entre las majas de Beltr�n y las de Goya. Estas blandas "horizontales" no son ni pueden ser las protagonistas de ning�n drama espa�ol. Hero�nas de music-hall, aguardan pasi�vamente la posesi�n de un "nuevo rico".

La Espa�a de Beltr�n Mass�s es una Espa�a enervada, emasculada, somnolienta, en perenne deliquio.

VI

Los personajes de Beltr�n Mass�s viven en la sombra. Tienen probablemente la sensibilidad refinada y enfermiza de las peque�as almas de Paul Geraldy. Parece que, a media voz, musitan, displicentemente, las mismas cosas:

�Blaisse un peu l'abat jour, veuxtu? Nos serons mieux.

C'est dans l'ombre que les coeurs causent,

et l�on voit beaucoup mieux les yeux

quand on volt un peu moins les choses�.6

Laxitud m�rbida de nervios que no se sienten bien sino en la sombra. La sombra es el contorno natural de las mujeres de Beltr�n Mass�s. En la sombra brillan mejor los ojos, las gemas y los colores excitantes. En la sombra se delinean, con m�s contagiosa lujuria, los pechos, los vientres, los pubis, las ancas, los muslos. Beltr�n Mass�s administra y dosifica diestramente sus sombras y sus colores. Y, as� como no ama la plena luz, tampoco ama el desnudo pleno. El desnudo es p�dicamente casto o salvajemente voluptuoso. La pintura de Beltr�n Mass�s, por consiguiente, no puede crearlo. El semidesnudo, en tanto, encuentra en esta pintura un clima propicio, un ambiente adecuado. Clima de tibia voluptuosidad. Ambiente de lujuria fatigada, cerebral, est�ril.

Ventura Garc�a Calder�n recuerda, a prop�sito del arte de Beltr�n Mass�s, una frase de Fromentin sobre el arte de Rembrandt: �Con la noche hizo el d�a�. Beltr�n Mass�s adquiere, en la prosa de Ventura Garc�a Calder�n, el prestigio un poco esot�rico de un pintor de la noche. Pero la tentativa de evocar a Rembrandt, ante los cuadros de Beltr�n Mass�s, me parece totalmente vana. La noche de los personajes de Beltr�n Mass�s es una noche l�nguida, mediocre, neurast�nica. El arte de Beltr�n Mass�s se refugia en la noche porque es demasiado d�bil y an�mico para resistir la luz fecunda y fuerte del d�a. S�lo en la sombra pueden brillar las luces extra�as de su pirotecnia. El claroscuro ambiguo de la Maja maldita, de Beltr�n Mass�s, no es jam�s el claroscuro en�rgico de La Ronda de Noche, de Lecci�n de Anatom�a, de los retratos de Saskia y de los otros potentes cuadros de Rem�brandt.

La pintura ven�rea, la pintura pornogr�fica de Beltr�n Mass�s, exhala el efluvio m�rbido de una �poca de decadencia.

 


NOTAS:

1 Publicado en Mundial: Lima, 6 de Marzo de 1925.

2 La exposici�n individual.

3 Se dice, en Espa�a, majo o maja a la persona vulgar que expresa desenfado y libertad. El genial pintor espa�ol Francisco Goya, hizo c�lebre el nombre por sus dos cuadros La maja vestida y La maja desnuda.

4 B�squeda, indagaci�n.

5 Nombre que se da a las avenidas anchas, en franc�s, y que se aplica a la significaci�n de populachero.

6 Hiere un poco el gastado d�a, �quieres? Estaremos mejor. Es en la sombra donde hablan los corazones y se ven mucho mejor los ojos, cuando se ve un poco menos a las cosas. (Traducci�n literal).