OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

TEMAS DE NUESTRA AMERICA

 

EL IMPERIALISMO YANQUI EN NICARAGUA* 

 

Ni a�n quienes ignoran los episodios y el esp�ritu de la pol�tica de Estados Unidos en Centro Am�rica pueden, ciertamente, tomar en consideraci�n las razones con que el se�or Kellog pretende excursar la invasi�n del territorio de Nicaragua por tropas yanquis. Pero quienes recuerdan el desenvolvimiento de esa pol�tica en los �ltimos cinco o cuatro lustros, pueden, sin duda, percibir mejor la absoluta coherencia de esta intervenci�n armada en los sucesos dom�sticos de Nicaragua con los fines y la praxis notorios de esa pol�tica de expansi�n.

Hace ya muchos a�os que los Estados Unidos han puesto los ojos en Nicaragua y son varias las oportunidades en que, con an�logos pretextos, han puesto las manos sobre su formal autonom�a.

Roosevelt, el "fuerte cazador", notific� a Nicaragua, cuando la gobernaba el presidente Zelaya, el prop�sito de los Estados Unidos de convertir San Juan en un canal inter-oce�nico y de establecer una base naval en el golfo de Fonseca. Pero este plan, de clara intenci�n imperialista, encontr� naturalmente viva resistencia en la opini�n nicarag�ense. El Presidente Zelaya no pudo hacer ninguna concesi�n al gobierno norteamericano a este respecto. Los Estados Unidos no obtuvieron de este capataz de la pol�tica nicara�g�ense sino un tratado de amistad. Mas, en seguida, sus agentes se entregaron a la faena de organizar las revueltas de las cuales, al amparo de los fusiles yanquis, deb�a brotar un gobierno obediente al imperialismo del Norte.

Este objetivo fue alcanzado, definitivamente, con la formaci�n del gobierno de Adolfo D�az, servidor incondicional del capitalismo yanqui. En defensa de este r�gimen, repudiado vigorosamente por el sentimiento p�blico, intervinieron entonces como ahora, las tropas americanas, apenas su estabilidad apareci� seriamente amenazada. Y del gobierno de D�az obtuvieron los Estados Unidos el tratado que apetec�an.

El canciller que firm� este tratado, Chamorro, hered� el poder. Los intereses norteamericanos en Nicaragua permanecieron durante algunos a�os bien guardados. Pero, �l sentimiento popular, en continuo fermento, acab� por arrojar a este agente del imperialismo yanqui. Desde entonces, Estados Unidos, o mejor dicho su gobierno, sinti� la necesidad de intervenir de nuevo en Nicaragua. El presidente que ahora tratan de imponer a este pueblo los ca�ones norteamericanos, es Adolfo D�az. Sacasa, vicepresidente legal, representa, por dimisi�n del presidente, la Constituci�n y el voto de Nicaragua.

Es muy f�cil a la prensa americana, presentar a los pueblos de Centre Am�rica en perpetua agitaci�n revolucionaria. Mucho menos f�cil le es, por cierto, escamotear a las miradas del mundo la participaci�n principal de los yanquis en esta agitaci�n revoltosa. Estados Unidos tiene inter�s en mantener dividida y conflagrada a Centro Am�rica. La necesaria confederaci�n de las peque�as rep�blicas centroamericanas encuentra en Norte Am�rica a sus mayores enemigos. Cuando hace seis a�os dicha confederaci�n fue intentada, las maquinaciones yanquis se encargaron de frustrarla., Nicaragua, cuyo gobierno estaba entonces completamente enfeudado a la pol�tica yanqui, constituy� el eje y el hogar de la maniobra imperialista contra la libre uni�n de los estados de Centro Am�rica.

La acentuaci�n del expansionismo norteamericano, en estos momentos, es perfectamente l�gica. Europa se encuentra presentemente en un per�odo de "estabilizaci�n capitalista". Reorganiza, por ende, su minado imperio en Africa, Asia, etc. De otro lado, Estados Unidos es empujado a la afirmaci�n de su predominio de los mercados, las v�as de tr�fico y los centros de materias primas, por su natural impulso de su desarrollo industrial y financiero. Si el capitalismo norteamericano no consigue acrecentar sus dominios, entrar� irremisiblemente en un per�odo de crisis. Estados Unidos sufre ya las consecuencias de su pl�tora de oro y de su superproducci�n agr�cola e industrial. Su banca y sus industrias necesitan imperiosamente asegurarse mayores mercados. El despertar de la China, que, despu�s de tantos a�os de colapso moral, reacciona resueltamente contra el dominio extranjero, pone en peligro uno de los campos de los cuales el imperialismo yanqui pugna por desalojar gradualmente al imperialismo brit�nico y al imperialismo japon�s. Estados Unidos necesita, m�s que nunca, volverse hacia el Continente Americano, donde la guerra le ha consentido desterrar en parte la antes omnipotente influencia de Inglaterra.

Estas razones impiden a la opini�n latinoamericana considerar el conflicto de Nicaragua como un conflicto al cual son extra�os sus intereses. La solidaridad con Nicaragua, representada y defendida por el gobierno constitucional de Sacasa, se manifiesta, por esto, sin reservas.

Y del juicio continental, m�s a�n que los desmanes del imperialismo yanqui, salen condenadas las traiciones de los caciques centroamericanos que se ponen en su servicio.

 

 


 

NOTA:

 

* Publicado en Variedades: Lima, 22 de Enero de 1927.