OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

TEMAS DE NUESTRA AMERICA

 

LA AVENTURA DE TRISTAN MAROF* 

 

Un Don Quijote de la pol�tica, y la literatura americanas, Trist�n Marof, o Gustavo Navarro, como ustedes gusten, despu�s de reposar en Arequipa de su �ltima aventura, ha estado en Lima, algunas horas, de paso para La Habana. �D�nde hab�a visto yo antes su perfil semita y su barba bruna? En ninguna parte, porque la barba bruna de Trist�n Marof es de improvisaci�n reciente. Trist�n Marof no usaba antes barba. Esta barba varonil, que tan antigua parece en su cara m�stica e ir�nica, es completamente nueva. Lo ayud� a escapar de su confinamiento y a asilarse en el Per�. Ha formado parte de su disfraz; y, ahora, tiene el aire de pedir que la dejen quedarse donde est�. Es una barba espont�nea, que no obedece a ninguna raz�n sentimental ni est�tica, que tiene su origen en una raz�n de necesidad y utilidad y que, por esto mismo, ostenta una tremenda voluntad de vivir; y resulta tan arquitect�nica y decorativa.

La literatura de Trist�n Marof �El Ingenuo Continente Americano, Suetonio Pimienta, La Justicia del Inca, etc.� es como su barba. No es una literatura premeditada, del literato que busca fama y dinero con sus libros. Es posible que Trist�n Marof ocupe m�s tarde un "sitio eminente en la historia de la literatura de Indo-Am�rica. Pero esto ocurrir� sin que �l se lo proponga. Hace literatura por los mismos motivos porque hace pol�tica; y es lo menos literato posible. Tiene sobrado talento para escribir vol�menes esmerados; pero tiene demasiada ambici�n para contentarse con gloria tan peque�a y anacr�nica. Hombre de una �poca vitalista, activista, rom�ntica, revolucionaria �con sensibilidad de caudillo y de profeta� Trist�n. no pod�a encontrar digna de �l sino una literatura hist�rica. Cada libro suyo es un documento de su vida, de su tiempo. Documento vivo; y, mejor que documento, acto. No es una literatura bonita, ni cuidada, sino vital, econ�mica, pragm�tica. Como la barba de Trist�n Marof, esta literatura se identifica con su vida, con su historia. Suetonio Pimienta es una s�tira contra el tipo de diplom�tico rastacuero y advenedizo que tan liberalmente produce Sur y Centro Am�rica. Diplom�tico de origen electoral o "revolucionario" en la acepci�n suramericana del vocablo. La Justicia del Inca es un libro de propaganda socialista para el pueblo boliviano. Trist�n Marof ha sentido el drama de su pueblo y lo ha hecho suyo. Pod�a haberlo ignorado, en la sensual y burocr�tica comodidad de un puesto diplom�tico o consular. Pero Trist�n Marof es de la estirpe rom�ntica y donquijotesca que, con alegr�a y pasi�n, se reconoce predestinada a crear un mundo nuevo.

Como Waldo Frank �como tantos otros americanos entre los cuales me incluyo�, en Europa descubri� a Am�rica. Y renunci� al sueldo diplom�tico para venir a trabajar rudamente en la obra iluminada y prof�tica de anunciar y realizar el destino del Continente. La polic�a de su patria �capitaneada por un intendente escapado prematuramente de una novela posible de Trist�n Marof� lo conden� al confinamiento en un rinc�n perdido de la monta�a boliviana. Pero as� como no se confina jam�s una idea, no se confina tampoco a un esp�ritu expansivo e incoercible como Trist�n Marof. La polic�a pace�a pod�a haber encerrado a Trist�n Marof en un ba�l con doble llave. Como un fakir, Trist�n Marof habr�a desaparecido del ba�l, sin violentarlo ni fracturarlo, para reaparecer en la frontera, con una barba muy negra en la faz p�lida. En la fuga, Trist�n Marof habr�a siempre ganado la barba.

A algunos puede interesarlos el literato; a mi me interesa m�s el hombre. Tiene la figura pr�cer, aquilina, se�era, de los hombres que nacen para hacer la historia m�s bien que para escribirla. Yo no lo hab�a visto nunca; pero lo hab�a encontrado muchas veces. En Mil�n, en Par�s, en Berl�n, en Viena, en Praga, en cualquiera de las ciudades donde, en un caf� o un mitin, he tropezado con hombres en cuyos ojos le�a la m�s dilatada y ambiciosa esperanza. Lenines, Trot�kys, Mussolinis de ma�ana. Como todos ellos, Marof tiene el aire a la vez jovial y grave. Es un Don Quijote de agudo perfil prof�tico. Es uno de esos hombres frente a los cuales no le cabe a uno duda de que dar�n que hablar a la posteridad. Mira a la vida, con una alegre confianza, con una robusta seguridad de conquistador. A su lado, marcha su fuerte y bella compa�era. Dulcinea, muy humana y muy moderna, con ojos de mu�eca inglesa y talla walkyria.

Le falta a este art�culo una cita de un libro de Marof. La sacar� de La Justicia del Inca. Es�coger� estas l�neas que hacen justicia sumaria de Alcides Arguedas: �Escritor pesimista, tan hu�rfano de observaci�n econ�mica como mani�tico en su acerba cr�tica al pueblo boliviano, Arguedas tiene todas las enfermedades que cataloga en su libro: hosco, sin emoci�n exterior, t�mido hasta la prudencia, mudo en el parlamento, gran elogiador del general Montes... Sus libros tienen la tristeza del altiplano. Su man�a es la decencia. La sombra que no lo deja dormir, la plebe. Cuando escribe el pueblo boliviano est� enfermo, yo no veo la enfermedad. �De qu� est� enfermo? Viril, heroico, de gran pasado, la �nica enfermedad que lo carcome es la pobreza�.

Este es Trist�n Marof. Y �sta es mi bienvenida y mi adi�s a este caballero andante de Sudam�rica.

 

 


NOTA:

* Publicado en Variedades: Lima, 3 de Marzo de 1928.