OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

PERUANICEMOS AL PER�

 

 

LO NACIONAL Y LO EXOTICO*

 

 

Frecuentemente se oyen voces de alerta contra la asimilaci�n de ideas extranje�ras. Estas voces denuncian el peligro de que se difunda en el pa�s una ideolog�a inadecuada. a la realidad nacional. Y no son una protesta de las supersticiones y de los prejuicios del difamado vulgo. En muchos casos, estas voces parten del estrato intelectual.

Podr�an acusar una mera tendencia proteccionista, dirigida, a defender los productos de la inteligencia nacional de la concurrencia extranjera. Pero los adversarios de la ideolog�a ex�tica s�lo rechazan las importaciones contrarias al inter�s conservador. Las importaciones �tiles a ese inter�s no les parecen nunca malas, cualquiera que sea su procedencia: Se trata, pues, de una simple actitud reaccionaria, disfrazada de nacionalismo.

La tesis en cuesti�n se apoya en alga nos fr�giles lugares comunes. M�s que una tesis es un dogma. Sus sostenedores de�muestran, en verdad, muy poca imaginaci�n. Demuestran, adem�s, muy exiguo conoci�miento de la realidad nacional. Quieren que se legisle para el Per�, que s� piense y se escriba para los peruanos y que se resuelva nacionalmente los problemas de la peruanidad, anhelos que suponen amenazados por las filtraciones del pensamiento europeo. Pero todas estas afirmaciones son demasiado vagas y gen�ricas. No demarcan el l�mite de lo nacional y lo ex�tico. Invocan abstractamente una peruanidad que no intentan, antes, definir.

Esa peruanidad, profusamente insinua�da, es un mito, es una ficci�n. La realidad nacional est� menos desconectada, es me�nos independiente de Europa de lo que suponen nuestros nacionalistas. El Per� contempor�neo se mueve dentro de la �rbita de la civilizaci�n occidental. La mistificada realidad nacional no es sino un segmento, una parcela de la vasta realidad mundial. Todo lo que el Per� contempor�neo estima lo ha recibido de esa civilizaci�n que no s� si los nacionalistas a ultranza calificar�n tambi�n de ex�tica. �Existe hoy una ciencia, una filosof�a, una democracia, un arte, existen m�quinas, instituciones, leyes, genuina y caracter�sticamente peruanos? �El idioma que hablamos y que escribimos, el idioma siquiera, es acaso un producto de la gente peruana?

El Per� es todav�a una nacionalidad en formaci�n. Lo est�n construyendo sobre los inertes estratos ind�genas, los aluviones de la civilizaci�n occidental. La conquista espa�ola aniquil� la cultura incaica. Destruy� el Per� aut�ctono. Frustr� la �nica peruanidad que ha existido. Los espa�oles extirparon del suelo y de la raza todos los elementos vivos de la cultura ind�gena. Reemplazaron la religi�n inc�sica con la religi�n cat�lica romana. De la cultura inc�sica no dejaron sino vestigios muertos. Los descendientes de los conquistadores y los colonizadores constituyeron el cimiento del Per� actual. La independencia fue realizada por esta poblaci�n criolla. La idea de la libertad no brot� espont�neamente de nuestro suelo; su germen nos vino de fuera. Un acontecimiento europeo, la revoluci�n francesa, engendr� la independencia americana. Las ra�ces de la gesta libertadora se alimentaron de la ideolog�a de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Un artificio hist�rico clasifica a T�pac Amaru como un precursor de la independencia peruana. La revoluci�n de T�pac Amaru la hicieron los ind�genas; la revoluci�n de la independencia la hicieron los criollos. Entre ambos acontecimientos no hubo consanguineidad espiritual ni ideol�gica. A Europa, de otro lado, no le debimos s�lo la doctrina de nuestra revoluci�n, sino tambi�n la posibilidad de actuarla. Conflagrada y sacudida, Espa�a no pudo, primero, oponerse v�lidamente a la libertad de sus colonias. No pudo, m�s tarde, intentar su reconquista. Los Estados Unidos declararon su solidaridad con la libertad de la Am�rica espa�ola. Acontecimientos extranjeros en suma, siguieron influyendo en los destinos hispano-americanos. Antes y despu�s de la revoluci�n emancipadora, no falt� gente que cre�a que el Per� no estaba preparado para la independencia. Sin duda, encontraban ex�ticas la libertad y democracia. Pero la historia no le da raz�n a esa gente negativa y esc�ptica, sino a la gente afirmativa, rom�ntica, heroica, que pens� que son aptos para la libertad todos los pueblos que saben adquirirla.

La independencia aceler� la asimilaci�n de la cultura europea. El desarrollo del pa�s ha dependido directamente de este proceso de asimilaci�n. El industrialismo, el maquinismo, todos los resortes materiales del pro�greso nos han llegado de fuera. Hemos tomado de Europa y Estados Unidos todo lo que hemos podido. Cuando se ha debilitado nuestro contacto con el extranjero, la vida nacional se ha deprimido. El Per� ha quedado as� insertado dentro del organismo de la civilizaci�n occidental.

Una r�pida excursi�n por la historia peruana nos entera de todos los elementos extranjeros que se mezclan y combinan en nuestra formaci�n nacional. Contrast�ndolos, identific�ndolos, no es posible insistir en aserciones arbitrarias sobre la peruanidad. No es dable hablar de ideas pol�ticas nacionales.

Tenernos el deber de no ignorar la rea�lidad nacional; pero tenemos tambi�n el deber de no ignorar la realidad mundial, El Per� es un fragmento de un mundo que sigue una trayectoria solidaria. Los pueblos con m�s aptitud para el progreso son siempre aquellos con m�s aptitud para aceptar las a consecuencias de su civilizaci�n y de su �poca, �Qu�, se pensar�a de un hombre que rechazase, en el nombre de la peruanidad el aeroplano, el radium, el linotipo, consider�ndolos ex�ticos? Lo mismo se debe pen�sar del hombre que asume esa actitud ante las nuevas ideas y los nuevos hechos humanos.

Los viejos pueblos orientales a pesar de las ra�ces milenarias de sus institucio�nes, no se clausuran, no se a�slan. No se sienten independientes de la historia europea. Turqu�a, por ejemplo, no ha buscado su renovaci�n en sus tradiciones isl�micas, sino en las corrientes de la ideolog�a occidental. Mustaf� Kemal ha agredido las tradiciones. Ha despedido de Turqu�a al kalifa y a sus mujeres. Ha creado una rep�blica de tipo europeo. Este orientamiento revolucionario e iconoclasta no marca, natural�mente, un per�odo de decadencia, sino un per�odo de renacimiento nacional. La nueva Turqu�a, la her�tica Turqu�a de Kemal ha sabido imponerse, con las armas y el esp�ritu, el respeto de Europa. La ortodoxa Turqu�a, la tradicionalista Turqu�a de los sultanes sufr�a, en cambio, casi sin protesta, todos los vej�menes y todas las expoliaciones de los occidentales, Presentemente, Turqu�a no repudia la teor�a ni la t�cnica de Europa; pero repele los ataques de los europeos a su libertad. Su tendencia a occidentalizarse no es unas capitulaci�n, de su nacionalismo.

As� se comportan antiguas naciones poseedoras de formas pol�ticas, sociales y religiosas propias y fison�micas. �C�mo podr�, por consiguiente el Per�, que no ha cumplido a�n su proceso de formaci�n nacional, aislarse de las ideas y las emociones europeas? Un pueblo con voluntad de renovaci�n y de crecimiento no puede clausurarse. Las relaciones internacionales de la inteligencia tie�nen que ser, por fuerza, librecambistas. Ninguna idea que fructifica, ninguna idea que se aclimata, es una idea ex�tica. La propagaci�n de una idea no es culpa ni es m�rito sus asertores; es culpa o es m�rito de la historia. No es rom�ntico pretender adaptar el Per� a una realidad nueva. M�s rom�ntico es querer negar esa realidad acus�ndola de concomitancias con la realidad extranjera. Un soci�logo ilustre dijo una vez que en estos pueblos sudamericanos falta "atm�sfera de ideas". Ser�a insensato enrarecer m�s esa atm�sfera con la persecuci�n de las ideas que, actualmente, est�n fecundando la historia humana. Y si m�sticamente, gandhianamente, deseamos separarnos y desvincularnos de la "sat�nica civilizaci�n europea", como G�ndhi la llama, debemos clausurar nuestros confines no s�lo a sus teor�as sino tambi�n a sus m�quinas para volver a las costumbres y a los ritos inc�sicos. Ning�n nacionalista criollo aceptar�a, seguramente, esta extrema consecuencia de su jingo�smo. Porque aqu� el nacionalismo no brota de la tierra, no brota de la raza. El nacionalismo a ultranza es la �nica idea efectivamente ex�tica y forastera que aqu� se propugna. Y que, por forastera y ex�tica, tiene muy poca chance de difundirse en el conglomerado nacional.

 

 


 

NOTA:

 

* Publicado en Mundial, Lima, 9 de diciembre de 1924.