OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

LA ESCENA CONTEMPORANEA

 

  

PRESENTACI�N

 

 

El mayor m�rito de LA ESCENA CONTEMPOR�NEA es que sigue siendo contempor�nea. Esto significa mucho. Sobre todo si revisamos la vasta producci�n escrita durante los a�os que van de la segunda d�cada del presente siglo hasta nuestros d�as. Como hojarasca in�til se han entregado a la aspereza de los vientos. En tanto que las p�ginas de Jos� Carlos Mari�tegui no han perdido su fresca y clara actualidad y permanecen asentadas sobre firmes cimientos. �Acaso son �stos los de una teor�a? No lo creo. Ya el autor dec�a: "Pienso que no es posible aprehender en una teor�a el entero panorama del mundo contempor�neo". Mayor fuerza explicativa se halla en la manifestaci�n de su apasionamiento, pues, Mari�tegui fue de aquellos pocos hombres a los cuales la pasi�n les hace ver claro. Sin el seudo atuendo estad�stico, Mari�tegui pudo advertir las conclusiones a las cuales deber�a arribar la humanidad conforme aparec�an los trasgos que encubri� el viejo mundo capitalista.

Pongamos el caso del fascismo. Hay quienes lo ubican como un acontecimiento finiquitado, una experiencia italiana; pero hay que leer a Mari�tegui para comprender que el fascismo ten�a fuentes menas localistas. Toda el conjunto de las fuerzas de la reacci�n se unen, se hacinan, se regimentan en haces. La reacci�n contra la revoluci�n. Esto es el fascismo. As� es f�cil entender que el fascismo, en tanto haya reacci�n en el mundo, no ha sido liquidado. Rebrota y aparece con nuevas cabezas y en diferentes pa�ses. Hasta en los m�s insospechados. Y torna cada d�a m�s agresivo y pugnaz. Mari�tegui nos ha dado, como �l mismo dice una aut�ntica biolog�a del fascismo. Sobre todo, ha revelado el desencanto que sufren los intelectuales, tipo D'Annunzio cuando tienen que enfrentarse a la realidad de la dura receta del aceite de ricino o del "big stick". Recordemos: el fascismo de todas partes.

La objetividad no tiene porqu� andar divorciada de la pasi�n. Pensar lo contrario es uno de los sofismas con que se nos quiere hacer comulgar. Ah� tenemos el caso del an�lisis de la crisis de la Democracia, en Mari�tegui. �Puede alguien negar que la democracia burguesa est� en crisis? Ya Mari�tegui incid�a en la dificultad que ten�an las democracias europeas para reestablecer la dorada �poca, la belle epoque, de la primera guerra. Se necesitaba m�s trabajo para reconstruir y recuperar lo perdido; pero este sacrificio ten�a que pagarlo alguien y se amenazaba a los obrero para que, sin haber deseado la guerra, resultasen los sufragantes; pero la historia no da marcha atr�s y ese era el dilema de los estados capitalistas para los cuales no hubo otro recurso que aceptar un segundo conflicto con tal de sacar las casta�as del fuego y a sabiendas del pr�ximo incendio..Los mejores hombres de la democracia europea se esforzaron vanamente por esclarecer este fen�meno a las �vidas fuerzas de la reacci�n. No lo consiguieron. Testigos son Nitti, Amendola, Keynes y Sturzo. Sea desde los viejos rangos del liberalismo pr�stino den las filas cristianas, estos hombres manejaron los postreros hilos del liberalismo novecentista. Y en un  juego de filigrana ve�amos desvanecerse principios que otrora fueron rectores de la historia y que ahora se resienten ante el embate de fuerzas m�s novedosas y poderosas.

En an�lisis di�fano, Mari�tegui ha separado los aut�nticos elementos de la vida pol�tica norteamericana: "Los Estados Unidos, m�s que una gran democracia, son un gran imperio. La forma republicana no significa nada. El crecimiento capitalista de los Estados Unidos ten�a que desembocar en una conclusi�n imperialista". Mari�tegui comprend�a el absurdo de contrariar asta inclinaci�n con vagas declaraciones ret�ricas. Nosotros podr�amos parodiar la escena. Ayer era Coolidge. Hoy es Eisenhower. De manera superior al estrecho ocular de las aislacionistas, Mari�tegui desnud� la necesidad que ten�a Europa de que Estados Unidos se apresurase a solventar su econom�a, apoyo de su civilizaci�n. Todo dicho sin acrimonias y sin lagoter�as. Como periodista y como soci�logo.

Mari�tegui fue un intelectual comprensivo de su papel. EN LA ESCENA CONTEMPOR�NEA retrata el perfil de Barbusse. En alg�n sentido podr�a afirmarse que sus palabras pueden serle aplicadas a manera de autorretrato. As� Como el escritor franc�s, Mari�tegui tambi�n ha recorrido todas las jornadas del viacrucis de la decisi�n. Se le llama: un resplandor en el abismo. Los hombres de la talla mental de Mari�tegui descubren una luz; pero no se atolondran con ella. Por esto es que no conciben el sectarismo. La delicadeza de su genio afina sus deslumbramientos. La Revoluci�n en su pluma tiene un sentido que trasciende la hoja an�nima de las �rdenes cotidianas. La comprensi�n del profundo rumbo de la historia le advert�a naturalmente el papel que iban a obrar las diferentes figuras de la vida mundial. De ah� la precisi�n de sus trazos y la nitidez con que se presentan en escorzo las m�s destacadas personalidades de toda una �poca.

Es sorprendente la informaci�n de que dispuso Mari�tegui. Pero no lo supongamos inclinado sobre los libros a manera de nota erudita. Su capacidad genial aprovechaba por todos los poros de su esp�ritu. Personaje hubo que supuso a Mari�tegui meramente libresco y sin sentido hominal. Despu�s de la experiencia de la charla apareci� otra convicci�n: Es que de los viajeros que cruzaban por entonces el mar oc�ano, Mari�tegui fue de los pocos que supo aprender sin frivolidad pero sin acerba densidad. Su erudici�n no comprend�a el recurso de una b�squeda in�til y majadera de viejos infolios. Mari�tegui ten�a la erudici�n de la vida diaria y por ello fue el s�mbolo m�s real y vigoroso de la inteligencia en el Per�. Parece imposible pensar que en Am�rica Latina Haya existido un hombre como Mari�tegui; a la vez inteligencia, coraz�n y acci�n. Por lo mismo, LA ESCENA CONTEMPOR�NEA; fruto singular de la mentalidad m�s brillante del siglo en Am�rica, nos llega hoy coma otrora con la misma esperanza y la misma nerviosa belleza de un: estilo sin paralelo en p�ginas de actualidad inquietante.

An�bal Ismodes Cairo

 

La ben�vola instancia de algunos amigos me decide a recoger en un libro una parte de mis art�culos de los dos �ltimos a�os sobre "figuras y aspectos de la vida mundial".

Agrupadas y coordinadas en un volumen, bajo el t�tulo de "La Escena Contempor�nea", no pretenden estas impresiones, demasiado r�pidas o demasiado fragmentarias, componer una explicaci�n de nuestra �poca. Pero contienen los elementos primarios de un bosquejo o un ensayo de interpretaci�n de esta �poca y sus tormentosos problemas que acaso me atreva a intentar en un libro m�s org�nico.

Pienso que no es posible aprehender en una teor�a el entero panorama del mundo contempor�neo. Que no es posible, sobre todo, fijar en una teor�a su movimiento. Tenemos que explorarlo y conocerlo, episodio por episodio, faceta por faceta. Nuestro juicio y nuestra imaginaci�n se sentir�n siempre en retardo respecto de la totalidad del fen�meno.

Por consiguiente, el mejor m�todo para explicar y traducir nuestro tiempo es, tal vez, un m�todo un poco period�stico y un poco cinematogr�fico.

He ah� otra de las razones que me animan a dar a la imprenta estos art�culos. Casi todos se han publicado en "Variedades"1. S�lo cinco de esta serie han aparecido en "Mundial"2

Al revisarlos y corregirlos no he tocado su sustancia. Me he limitado a algunas enmiendas formales, como la supresi�n de los puntos de referencia inmediatos del instante en que fueron escritos. Para facilitar y ordenar su lectura los he asociado y ensamblado seg�n el tema.

S� muy bien que mi visi�n de la �poca no es bastante objetiva ni bastante anastigm�tica. No soy un espectador indiferente del drama humano. Soy, por el contrario, un hombre con una filiaci�n y una fe. Este libro no tiene m�s valor que el de ser un documento leal del esp�ritu y la sensibilidad de mi generaci�n. Lo dedico, por esto, a los hombres nuevos, a los hombres j�venes de la Am�rica indo-�bera.

Jos� Carlos Mari�tegui.

Lima, MCMXXV.


NOTAS:

1 v�ase el �ndice onom�stico

2 Idem.