OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL I

   

  

PROYECCIONES DEL PROCESO MATTEOTTI*

 

El fascismo no quiere que el proceso de los asesinos de Matteotti se convierta en el proce�so de toda la gesta fascista. Contra el espont�neo desarrollo de este proceso, el fascismo moviliza sus brigadas de "camisas negras" y su poder gubernamental. El hecho judicial �dice�no debe transformarse en un hecho pol�tico. Y ha dado, con el prop�sito principal de impedir "indiscreciones" sobre el crimen y sus actores, un decreto ley que reglamenta marcialmente la libertad de la prensa. 

Pero no se gobierna la Historia. El propio fascismo �movimiento rom�ntico, antihist�rico, voluntarista� tiene sus ra�ces vitales en la His�toria y no en la ideolog�a ni en la acci�n de sus creadores y animadores. Es un producto de esa Historia que pretende negar o torcer a golpes de cachiporra. El asesinato de Matteotti ha sido la culminaci�n de una pol�tica de terror. Es por eso que, al reaccionar contra tal crimen, la opini�n italiana ha reaccionado contra todo el sistema que lo ha engendrado. El desenlace judicial no importa nada. La cuesti�n moral y pol�tica no era de la competencia de los magistrados. Ha tenido, por ende, un fuero especial, un fuero superior. Y de su juicio sumario han salido condenados el fascismo, su m�todo y sus armas. 

Cuando en la c�mara italiana se denunci� la desaparici�n del diputado socialista, Mussolini, inquietado por el viento de fronda que soplaba, sinti� la necesidad de decir con su acostumbrado tono dram�tico: "Giustizia sar� fatta sino in fondo". Esta frase aparece ahora como una intuici�n hist�rica. En la intenci�n del caudillo fascista era una promesa de que los jueces castigar�an austeramente a los culpables. Pero ha adquirido luego una realidad superior y adversa a la voluntad fascista. La historia se ha apoderado de ella y la ha hecho suya. Se har� justicia plenamente; pero no s�lo contra los asesinos materiales, sino contra la pol�tica en que el crimen se ha incubado. Como ha dicho Mussolini, giustizia sar� fatta sino in fondo

Veamos por qu� el fascismo resulta tan comprometido en este proceso. Hay razones inmediatas. Los ejecutores del crimen eran hombres de confianza del estado mayor fascista. Uno de ellos, Dumini, delincuente org�nico, gozaba del favor de los m�s altos funcionarios del Estado y del partido, pertenec�a al personal del diario fascista "Il Corriere d'Italia" y se titulaba adjunto de la oficina de prensa del jefe del gobierno. Est� averiguada una circunstancia a su respecto: el d�a del delito, Dumine aguard� en el Palacio Viminal, donde funciona el ministerio del interior, al autom�vil que deb�a conducirlo a secuestrar a Matteotti. El crimen fue ordenado, seg�n las investigaciones judiciales, por Rossi y Marinelli, dos fascistas del primer rango y de la primera hora, miembros del cuadrunvirato supremo del partido, y por Filipelli, director de "Il Corriere d'Italia". El director de otro diario fascista "II Nuovo Paese" acaba de ser llamado a Roma por edictos como otro de los responsables. El fascismo, en un principio, cuando le urg�a calmar y satisfacer a la opini�n p�blica, se esforz� por aislar la responsabilidad de los acusados. Los entreg� a la justicia. Pero, poco a poco, un instinto m�s poderoso que su conciencia lo ha movido hacia ellos. En algunas demostraciones de los "camisas negras" se ha o�do el grito de "Viva Dumini". Y se ha amenazado a la oposici�n con una segunda marcha a Roma destinada, sin duda, a liberar a los encausados. Finalmente Farinacci, uno de los mayores lugartenientes de Mussolini, ha asumido la defensa de Dumini y ha intentado, como explicaci�n del asesinato, atribuir a Rossi una conspiraci�n contra Mussolini para reemplazarlo en el poder. (Su tentativa ha tenido tan mala suerte, ha encontrado un p�blico tan incr�dulo y hostil, que Farinacci no ha insistido en sus folletinescas revelaciones). 

De otro lado el asesinato de Matteotti no es un acto solitario en la historia del fascismo. Es un acto terrorista perfectamente encuadrado dentro de la teor�a y la pr�ctica de los "camisas negras". 

La gesta fascista est� llena de hechos s�miles. Matteotti ha sido asesinado por una banda especializada en el delito. Dumini y sus c�mplices resultan ahora los autores del asalto a la casa del estadista Nitti y de las agresiones a los diputados Amendola, Mazzolani, Missuri y Forni, fascistas disidentes o cism�ticos los dos �ltimos. Y, sobre todo, los capitanes del fascismo han alimentado siempre en sus brigadas un estado de �nimo agresivo y guerrero y, en algunos casos, han hecho la apolog�a de la violencia. 

De este humor b�lico, han logrado contagiar hasta a algunas personas tenidas antes por sabias y prudentes. Giovanni Gentile, explicando filos�ficamente su fascismo, ha dicho que "toda fuerza es forma moral, cualquiera que sea el argumento empleado: la pr�dica o el garrote". 

En este emocionante proceso acusan, pues, al fascismo muchas circunstancias y muchos testi�monios. Sus consecuencias han sido, por eso, instant�neas e inexorables. Las largas masas sociales que, por desconcierto o inconsciencia, o se�ducidas por su lenguaje quijotesco y megal�mano, segu�an al fascismo, han empezado a aban�donarlo. Las defecciones se multiplican. Las filas filofascistas pierden sus nombres m�s sonoros: Ricciotti Garibaldi hijo, Sem Benelli, etc. Los grupos liberales que colaboraban con Mussolini le retiran ahora su confianza. "Il Giornale d'Italia" de Roma, "Il Mattino" de N�poles se aproximan a la oposici�n. Los mismos fascistas se dan cuenta de que se van quedando solos. Mussolini, en la �ltima asamblea del consejo nacional fascista, ha recomendado la conquista de las masas. Pero tanto el Duce como sus se�cuaces cometen cotidianos errores de psicolog�a que aumentan la excitaci�n popular. Adem�s, se constata en todas las capas sociales una mayor sensibilidad moral y pol�tica. Antes, los ataques a la libertad, los actos de terror del fascismo eran tolerados o aceptados pasivamente por la mayor�a de la poblaci�n. Hoy, encuentran en ella una repulsa y una condenaci�n en�rgicas y vigorosas. Los laureles de la marcha a Roma se han marchitado mucho. 

Probablemente los fascistas intentar�n sacar del asesinato de su compa�ero, el diputado Casalini, armas morales defensivas y contraofensi�vas. Pero este crimen no puede cancelar el que lo ha precedido. La responsabilidad de los he�chos es diferente; su proyecci�n tiene que serlo tambi�n. Se trata, en el nuevo caso, de un acto de violencia individual. El asesino ha procedido aisladamente, por su propia cuenta. No es posible filiarlo sino como un exaltado. Tras el no existe una organizaci�n terrorista dirigida por leaders de la oposici�n. Los grupos de la oposici�n han execrado, generalmente, la vio�lencia. Alguno de ellos ha mostrado una mentalidad pr�xima al gandhismo y casi ha predica-do la resistencia pasiva. Gracias, en parte, a esta clase de adversarios, la gesta fascista encon�tr� franca y abierta la v�a del gobierno.

 


NOTA:

* Publicado en Mundial, Lima, 26 de Setiembre de 1924. Con este art�culo comenz� J.C.M. sus colaboraciones en Mundial, con la siguiente nota de encabezamiento de esa revista:, "Comenzamos desde este n�mero a publicar las colaboraciones del distinguido escritor nacional don Jos� Carlos Mari�tegui. La singular condici�n literaria de es-te intelectual, su brillante manera y su bien ganado pres�tigio de capacidad para apreciar las incidencias de la alta pol�tica europea van ha tener desde nuestras columnas una oportunidad m�s de revelarse con beneficio para el afianzamiento de su personalidad intelectual y con beneficio mayor todav�a para el p�blico lector. El primer art�culo de Jos� Carlos Mari�tegui analiza las proyeccio�nes del proceso seguido en Italia por el asesinato del diputado socialista Matteotti y est� lleno de esa justeza de apreciaci�n que ha hecho del ilustre periodista un caso ejemplar de sinceridad de cr�tica". (N. de los E.)