OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

EL ARTISTA Y LA EPOCA

 

  

REIVINDICACION DE JORGE MANRIQUE1

 

Desde que el pasadismo de la nostalgiosa literatura colonialista convirti� en un lema la frase "todo tiempo pasado fue mejor", me visita frecuentemente la idea de romper una lanza por la justa fama del poeta de las Coplas, pero no he sentido hasta ahora la urgencia de esta reivindicaci�n �que me parece de la espec�fica competencia de la historiograf�a literaria� porque un r�pido examen del asunto me conduc�a siempre a la conclusi�n de que Jorge Manrique no resultaba realmente comprometido por dicho lema. El "todo tiempo pasado fue mejor" de los post-rom�nticos, no era ya su verso, era un lugar com�n amamantado por todas las nostalgias, as� prosaicas como po�ticas. Era una frase propia del pasadismo. No por cierto una frase nueva sino una frase vieja �de otro modo carecer�a de t�tulo para presidir el vocabulario pasadista�, pero en ning�n caso la misma de Jorge Manrique, un lugar com�n que est� en una de sus coplas, sin expresar y mucho menos condensar su poes�a. Y que en esa copla tiene un subsidiario oficio dial�ctico.

Pero la cr�tica no se conforma con un lema an�nimo. Y adem�s se complace en suponer a cada cosa una genealog�a preclara. Entre sus h�bitos mentales se cuenta todav�a el de no poder prescindir de la b�squeda del precursor. Y as� sucede que si el pasadismo, o tradicionalismo, no invoca ni reclama a Jorge Manrique, el juicio p�blico le atribuye esta filiaci�n.

Nomenclatura apresurada, clasificaci�n err�nea, que sanciona sin embargo la c�tedra. Luis Alberto S�nchez llama ya jorgemanriquismo a este tradicionalismo, al cual �l, Jorge Manrique, es absolutamente extra�o.

La necesidad de la rectificaci�n deviene por tanto apremiante. Hoy no cabe duda de que la poes�a espa�ola de Jorge Manrique est� cubriendo un grueso contrabando de prosa criolla. Este contrabando primero le tom� un verso; ahora, el nombre.

Es tiempo de protestar contra el capcioso conato, exonerando a Jorge Manrique de la responsabilidad que una posteridad memorista, aunque de mala memoria, m�s pegada siempre a la letra que al esp�ritu de los libros y de los autores, pretende echarle encima.

Hay que comenzar por la cita cabal de la copla a la cual pertenece el calumniado verso:

Recuerda el alma dormida

Avive el seso y despierte

Contemplando

C�mo se pasa la vida,

C�mo se viene la muerte

Tan callando:

 

Cuan presto se va el placer,

C�mo, despu�s de acordado,

Da dolor,

C�mo a nuestro parecer

Cualquiera tiempo pasado

Fue mejor.

Caducidad de lo terreno, reza el ep�grafe que Jorge Manrique puso a estos versos, escritos en memoria y alabanza de su padre, el maestre D. Rodrigo. Palabras que explicar�an toda la filosof�a de las coplas, si en estas mismas no estuviera clara y entera. Con acendrado pesimismo cristiano, el poeta nos previene contra la falacia de las ilusiones, lo mismo de hoy que de ayer. La frase "todo tiempo pasado fue mejor" no afirma nada. Est� enteramente subordinada al verso anterior: "c�mo a nuestro parecer". No tiene ninguna autonom�a. Nada m�s artificioso, por consiguiente, que arrancarla del texto en el cual tiene una funci�n negativa, para imponerle valor propio y calidad sustancial.

Jorge Manrique, no era en su tiempo �tan lejano del nuestro� pasadista ni tradicionalista. Su filosof�a era rigurosamente la de un m�stico medioeval. Era la filosof�a de la Espa�a Cat�lica que resisti� al Renacimiento y la Reforma, y reafirm� intransigente su ortodoxia en la Contrarreforma. Filosof�a que ignora la vanidad del presente como la vanidad del pasado, porque concibe la vida terrena como preparaci�n para la vida eterna. Pesimismo integral y activo que renuncia a la Tierra, porque ambiciona el cielo. Ninguna nostalgia pesarosa del pasado puede alentar el que escribi� estos versos:

Dellas deshace la edad,

dellas casos desastrados

que acaecen,

dellas, por su calidad,

en los m�s altos estados

desfallecen.

 

Decidme: la hermosura

la gentil frescura y tez

de la cara,

la color y la blancura,

cuando viene la vejez

�cu�l se para?

Las ma�as y ligereza,

y la fuerza corporal

de juventud,

todo se torna graveza

cuando llega al arrabal

de senectud.

 

Pues la sangre de los godos,

el linaje y la nobleza

tan crecida,

�Por cuantas v�as y modos

se pierde su gran alteza

en esta vida!

 

Unos por poco valer,

�por cu�n bajos y abatidos

que los tienen!

Y otros, por no tener,

con oficios no debidos

se mantienen.

 

Los estados y riqueza,

que nos dejan a deshora

�qui�n lo duda?

No les pidamos firmeza,

pues que son de una se�ora

que se muda.

Que bienes son de fortuna,

que revuelve con su rueda

presurosa,

la cual no puede ser una

ni estar estable ni queda

en una cosa.

La poes�a de Jorge Manrique se enlaza por estos versos con esa m�stica que, como lo proclama Unamuno, es acaso la �nica genuina filosof�a espa�ola. La �nica que vive porque vivi� y, como escribe tambi�n el maestro de Salamanca, "lo que ha vivido vivir�". Filosof�a a la que no se puede sospechar de pasadismo, no s�lo porque m�s que idea era acto, sino porque miraba a la inmortalidad. Actitud ambiciosa y futurista, porque �qu� futurismo m�s absoluto que el del m�stico, desde�oso del presente y del pasado por amor de lo divino y de lo eterno?

Jorge Manrique no es responsable sino de su poes�a. No le imputemos ning�n lema ajeno a su verdadero pensar. Releamos sus versos sin atenernos a especiosos fragmentos, ficticiamente recortados. Con su poes�a tiene que ver la tradici�n, pero no los tradicionalistas. Porque la tradici�n es, contra lo que desean los tradicionalistas, viva y m�vil. La crean los que la niegan, para renovarla y enriquecerla. La matan los que la quieren muerta y fija, prolongaci�n del pasado en un presente sin fuerzas, para in�corporar en ella su esp�ritu y para meter en ella su sangre.2

 


NOTAS:

1 Publicado en Mundial: Lima, 18 de Noviembre de 1927. Y reproducido en Idea: N� 3. Lima, Abril de 1950.

2 Las frases finales fueron repetidas y vivazmente ex�plicadas por el propio Jos� Carlos Mari�tegui en su ensayo sobre "Heterodoxia de la Tradici�n", que apa�rece en Peruanicemos al Per�.