OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

EL ALMA MATINAL

     

     

PESIMISMO DE LA REALIDAD Y OPTIMISMO DEL IDEAL1

I

Me parece que Jos� Vasconcelos ha encontra�do una f�rmula sobre pesimismo y optimismo que no solamente define el sentimiento de la nueva generaci�n ibero-americana frente a la cri�sis contempor�nea sino que tambi�n correspon�de absolutamente a la mentalidad y a la sensi�bilidad de una �poca en la cual, malgrado la te�sis de Don Jos� Ortega y Gasset sobre el "alma desencantada" y "el ocaso de las revoluciones", millones de hombres trabajan con un ardimien�to m�stico y una pasi�n religiosa, por crear un mundo nuevo. "Pesimismo de la realidad, opti�mismo del ideal", �sta es la f�rmula de Vascon�celos.

"No conformarnos nunca, pero estar siempre m�s all� y superiores al instante �escribe Vas�concelos�. Repudio de la realidad y lucha para destruirla, pero no por ausencia de fe sino por sobra de fe en las capacidades humanas y por convicci�n firme de que nunca es permanente ni justificable el mal y de que siempre es posi�ble y factible redimir, purificar, mejorar el esta�do colectivo y la conciencia privada".

La actitud del hombre que se propone corre�gir la realidad es, ciertamente, m�s optimista que pesimista. Es pesimista en su protesta y en su condena del presente; pero es optimista en cuanto a su esperanza en el futuro. Todos los grandes ideales humanos han partido de una negaci�n; pero todos han sido tambi�n una afir�maci�n. Las religiones han representado peren�nemente en la historia ese pesimismo de la rea�lidad y ese optimismo del ideal que en este tiem�po nos predica el escritor mexicano.

Los que no nos contentamos con la mediocri�dad, los que menos a�n nos conformamos con la injusticia, somos frecuentemente designados como pesimistas. Pero, en verdad, el pesimismo domina mucho menos nuestro esp�ritu que el op�timismo. No creemos que el mundo deba ser fa�tal y eternamente como es. Creemos que puede y debe ser mejor. El optimismo que rechazamos es el f�cil y perezoso optimismo panglosiano de los que piensan que vivimos en el mejor de los mundos posibles.

II

Existen dos clases de pesimistas como existen dos clases de optimistas. El pesimismo exclusi�vamente negativo se limita a constatar con un gesto de impotencia y de desesperanza, la mise�ria de las cosas y la vanidad de los esfuerzos. Es un nihilista que espera, melanc�licamente, su �ltima desilusi�n. El extremo l�mite, como dec�a Artzibachev. Pero este tipo de hombre afor�tunadamente no es com�n. Pertenece a una rara jerarqu�a de intelectuales desencantados. Consti�tuye, adem�s, un producto de una �poca de de�cadencia o de un pueblo en colapso.

Entre los intelectuales, no es raro un nihilis�mo simulado que les sirve de pretexto filos�fico para rehuir su cooperaci�n a todo gran esfuer�zo renovador o para explicar su desd�n por toda obra multitudinaria. Pero el nihilismo ficticio de esta categor�a de intelectuales no es siquiera una actitud filos�fica. Se reduce a un escondido y ar�tificial desd�n por los grandes mitos humanos. Es un nihilismo inconfeso que no se atreve a aso�mar a la superficie de la obra o de la vida del intelectual negativo que se entrega a este ejercicio teor�tico como a un vicio solitario. El intelectual, nihilista en privado, suele ser en p�blico miembro de una liga anti-alcoh�lica o de una sociedad protectora de los animales. Su nihilismo no tiene por objeto defenderlo y precaverlo sino de las grandes pasiones. Ante los peque�os ideales el falso nihilista se comporta con el m�s vulgar idealismo.

III

Es con los esp�ritus pesimistas y negativos de esta estirpe con los que nuestro optimismo del ideal no nos consiente tolerar que se nos confunda. Las actitudes absolutamente negativas son est�riles. La acci�n est� hecha de negaciones y de afirmaciones. La nueva generaci�n en nuestra Am�rica como en todo el mundo es, ante todo, una generaci�n que grita su fe, que canta su esperanza.

IV

En la filosof�a occidental contempor�nea prevalece un humor esc�ptico. Esta actitud filos�fica, como sus penetrantes cr�ticos lo remarcan, es un gesto peculiar de una civilizaci�n en decadencia. S�lo en un mundo decadente aflora un sentimiento desencantado de la vida. Pero ni a�n este escepticismo o este relativismo contempor�neos tienen ning�n parentesco, ninguna afinidad con el nihilismo barato y ficticio de los impotentes ni con el nihilismo absoluto y m�rbido de los suicidas y de los locos de Andreiev y Artzibachev. El pragmatismo, que tan eficazmente mueve al hombre a la acci�n, es en el fondo una escuela relativista y esc�ptica. Hans Vainhingher, el autor de la Philosophie der Als Ob ha sida clasificado justamente como un pragmatista. Para este fil�sofo tudesco no existen verdades absolutas; pero existen verdades relativas que gobiernan la vida del hombre como si fueran absolutas. "Los principios morales al par de los est�ticos, los criterios del derecho al par de los conceptos sobre los cuales labora la ciencia, los mismos fundamentos de la l�gica, no poseen ninguna existencia objetiva; son construcciones ficticias nuestras, que sirven �nicamente de c�nones reguladores de nuestra acci�n, la cual se dirige como si ellos fuesen verdaderos". Define as� la filosof�a de Vainhingher, en sus Lineamientos de Filosof�a esc�ptica, el fil�sofo italiano Giuseppe Renssi que, seg�n veo en una nota bibliogr�fica de la revista de Ortega y Gasset, empieza a interesar en Espa�a y por ende en la Am�rica espa�ola.

Esta filosof�a, pues, no invita a renunciar a la acci�n. Pretende �nicamente negar lo Absoluto. Pero reconoce, en la historia humana, a la verdad relativa, al mito temporal de cada �poca, el mismo valor y la misma eficacia que a una verdad absoluta y eterna. Esta filosof�a proclama y confirma la necesidad del mito y la utilidad de la fe. Aunque luego se entretenga en pensar que todas las verdades y todas las ficciones, en �ltimo an�lisis, son equivalentes. Einstein, relativista, se comporta en la vida como un optimista del ideal.

V

En la nueva generaci�n, arde el deseo de superar la filosof�a esc�ptica. Se elabora en el caos contempor�neo los materiales de una nueva m�stica. El mundo en gestaci�n no pondr� su esperanza donde la pusieron las religiones tramontadas. "Los fuertes se empe�an y luchan, �dice Vasconcelos� con el fin de anticipar un tanto la obra del cielo". La nueva generaci�n quiere ser fuerte.

 


NOTA:

1 Publicado en Mundial: Lima, 21 de Agosto de 1925. Al margen, ha sido agregado por el autor el �ltimo p�rrafo de la parte I.